Trastorno obsesivo compulsivo TOC, tratamiento psicológico versus farmacológico.
No confundir con personalidad obsesiva, o el trastorno obsesivo de la personalidad. Es bastante frecuente, entre el 1 al 2% sufren en diverso grado este trastorno.
Los síntomas son: primero obsesión, un pensamiento o imagen que se repite en la mente del paciente, para ser una obsesión, el paciente debe ser consciente de que es ilógico lo que siente, la segunda característica es que el paciente se preocupa por lo que percibe y hace todo lo posible para quitárselo de la cabeza, y la tercera característica, es que debe ser de una intensidad suficientemente elevada para que dificulte la vida de la persona.
Las imágenes y pensamientos más frecuentes son los de infecciones, por ejemplo que posteriormente a mancharse hayan pensado que podían infectarse, a partir de ahí con cualquier cosa que les toque, les aparece el pensamiento que infectarán, el paciente percibe lo ilógico del pensamiento e intenta estrategias para contrarrestarlo, pero si es lo suficientemente intenso, quedando invadido por el pensamiento y el esfuerzo de contrarrestarlo.
El otro pensamiento típico es el de verificación, pensar si ha cerrado bien la puerta, el gas, la luz … el paciente sabe que ha cerrado la puerta, pero su cabeza le sugiriendo a través de pensamiento o imagen la idea que puede que lo haya dejado abierta de forma repetitiva, en este caso el paciente recuerda bastante claramente que ha cerrado la puerta, mientras su mente se repite la posibilidad de que no lo haya hecho. El paciente intenta detener esta sensación, y todo el conjunto invade tanto la mente que esta no puede ser funcional en el resto de actividades diarias. El tercer tipo común de pensamientos son los del sexo, un paciente que en sí tiene claro cuál es su orientación sexual, le surge una idea repetitiva que quizás tiene una orientación diferente o gustos no aceptados por la sociedad, en el formato de «y si eres … », o imágenes. El paciente queda muy intensamente afectado por este pensamiento repetitivo que pone en duda uno de los pilares sobre el que sustenta su identidad, y lucha para reprimir el pensamiento, y de nuevo esta gran actividad y lucha mental reduce en gran medida los recursos para los quehaceres cotidianos o al trabajo, lo que angustia y estresa enormemente al paciente. El paciente sabe que la idea es ilógica, pero que si no realiza una acción parar contrarrestar no sabe cómo pararlo.
En el caso de la obsesión a la infección, por ejemplo la compulsión es limpiar, o lavarse las manos, estos actos compulsivos suelen ser muy ritualizados y no admiten errores, por ejemplo lavar durante unos segundos concretos y lavarse 3 veces por ejemplo. A veces la compulsión no proviene de una idea previa, por ejemplo una persona le viene la compulsión de encontrar 5 coches rojos mientras camina por la calle, él sabe que es ilógico pero sabe que si no lo hace, entonces, la idea se que «no has encontrado los coches», se le repite de forma continua en su mente a lo largo del día impidiéndole trabajar. Otros síntomas a considerar es la aparición de la pensamiento mágico, que corresponde a la necesidad de realizar un ritual concreto con la idea de evitar un mal. Toda esta lucha por conseguir unas condiciones o seguir a la perfección unos rituales, inducen un estrés, nerviosismo, ansiedad elevada que se puede acompañar con insomnio.
El tratamiento en esta patología puede corresponder a la vía psicológica y también es efectiva la vía farmacológica, la incidencia del síntoma y su gravedad es lo que determina si será necesaria la medicación. El tratamiento psicológico lo que buscar es alternativas no molestas para relajar la idea recurrente, aunque en muchos casos con una buena exploración a fondo se puede encontrar y atenuar fuertemente la causa inconsciente de esta idea repetitiva, pero esto no impide que la mente busque un nuevo objetivo en obsesionarse. Por experiencia, los fármacos para casos graves es el antidepresivo clomipramina y fluvoxamina en menos graves. He tratado pacientes que son capaces de rehacer un viaje de una hora en coche, de noche, hasta regresar a su puesto de trabajo para poder detener la idea de que han dejado la puerta abierta, y de nada sirvió que un compañero que volvía con él en el coche le asegurara bajo juramento que él había visto claramente como cerraba la puerta con llave.
En estas patologías aparecen indicios desde ya la adolescencia, y se considera crónica, si la persona está tratada psicológicamente o con fármacos, la patología se encuentra bajo control, pero al parar la intervención y control psicológico, en pocas semanas las ideas reaparecen fácilmente, así pues son pacientes que requieren de un seguimiento.